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Identidad social y política

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Anabela Romagnoli es hoy la protagonista de nuestro segmento “Historias de vida”. Ella es una joven militante que dedica gran parte de su tiempo a trabajar para el colectivo LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales) y nos contó cómo se enfrentó a una sociedad y a un sistema educativo represor tan solo por su orientación sexual.

“Yo soy torta, es mi identidad sexual y política. Porque nos reconocemos y nos apropiamos de los términos puto, torta y traba ya que siempre fue usado como un insulto, entonces nos apropiamos de ellos y son nuestra identidad social y política”, nos decía Anabela con el afán de aclarar que esos términos no son un insulto, sino más bien su identidad.

Su adolescencia no fue fácil y lo recuadra con mucha tristeza: “Yo a los 15 años iba aun colegio de monjas y no fue nada fácil, estaba en un momento en donde no sabía que me pasaba, tenía los mambos de cualquier adolescente pero siempre me atrajeron las mujeres y a esa edad me explotó todo. Desde allí fue todo una violencia en el colegio, cuando sale a la luz me quieren expulsar y era una persecución constante, me mandaban todos los días al despacho de la directora para atormentarme”.

Y agregaba: “Las chicas del colegio casi no me hablaban, pensando que por ser lesbiana no podían tratarme como a una de ellas, eso a los 15 años te afecta muchísimo. Además en mi casa tampoco podía hablar de nada porque mis viejos no lo sabían, eso desembocó en una gran depresión”.

Con el paso del tiempo, Anabela fue definiendo su orientación sexual y fue allí cuando tuvo la necesidad de hacerlo público ante su familia: “A los 22 años ya no dio para más y le dije a mi vieja. Ella me dijo que ya sabía y me llevó a médicos para ver si se me pasaba, hasta que dimos con una ginecóloga que le habló haciéndole entender que no era una cuestión hormonal ni física y que no era un problema. Así mi vieja entendió y se calmó todo familiarmente”.

En ese contexto de anonimato social, la militancia política la ayudó a definirse como persona comprometida con su identidad y la de miles de compañeros que, excluidos de la sociedad, necesitaban un referente que les diera voz, que luchara por sus derechos. Putos Peronistas es la organización donde milita y acompaña al colectivo LGBT dando la asistencia que el Estado les niega.

“Putos Peronistas es un espacio de diversidad. Nunca me pensé como referente política y si lo soy es legitimada por mis compañeros, ya que sin esa legitimación no hay referencia de nada. Así mi vida cambio totalmente. La política y la militancia me ayudaron en mi vida personal y poder pensarme dentro de un colectivo que tiene necesidades. Hoy no puedo pensar mi identidad política separada de mi identidad sexual”.

Sus opiniones política 

Con la misma claridad con la que define su orientación sexual, también lo hace con otras temáticas sociales como la despenalización del aborto: “No hay tiempo social cuando se trata de derechos, pero políticamente debería haber sido antes, ya que se hubiera vivido de otra manera. Lo que no se puede dejar de ver es que hay una problemática: muchas mujeres mueren por abortos clandestinos y eso es una realidad que el Estado debe cubrir”.

Además dio su punto de vista con respecto a la separación de la iglesia del Estado: “Yo creo que no es el momento para hacerlo, creo que hay muchos sectores vulnerables que se aferran a ella, que buscan la salida a la crisis a través de la iglesia. Encuentran allí la sustentabilidad ya sea con comida, ropa, contención. No es el momento para instalar esta discusión en donde se rompen los lazos sociales en general y eso es fomentar al neoliberalismo y así seguir perdiendo batallas culturales”.

La identidad sexual y política de esta joven la llevaron a militar por la inclusión, la diversidad, los derechos colectivos, para darle voz a los oprimidos y llenar los espacios vacíos que deja la desidia de los dirigentes; en fin, para mejorar las condiciones de vida de una minoría desprotegida.

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