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La educación a la carta y el peligro de aumentar las desigualdades

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Hace unos días el hijo del genocida Bussi, el concejal y candidato a diputado nacional por Fuerza Republicana, Ricardo Bussi, se presentó en un ciclo sobre Liderazgo y Política en la Universidad Santo Tomás de Aquino. Allí tuvo declaraciones repudiables (como muchas de las que realiza este señor), voy a citar dos: “¿Para qué quiere una chica de La Cocha saber matemáticas, si ella va a trabajar la tierra?” y “…porque de nada sirve tener un científico si después no tiene laburo. Tiene que ser práctica la educación; orientarla de acuerdo a las posibilidades… ¿de qué le sirve a un científico manejar un taxi?”. Aclarando que La Cocha es una localidad bien al sur de Tucumán, donde las desigualdades sociales y las consecuencias de vivir en el sistema capitalista, son el mosaico material que desentona con la belleza natural de la región. También deberíamos aclarar, o más bien recordar, que quienes manejan taxis, lejos están de ser, en Tucumán o en cualquier ciudad del mundo, hijos/as de familias ricas, sino más bien son hombres y mujeres que forman parte del pueblo trabajador.

Ante estas declaraciones repudiables y con las aclaraciones que le dan marco, debemos ampliar la mirada. Las políticas educativas que se intentan llevar adelante serán aplicadas sobre el conjunto de nuestro pueblo. Quizás Bussi esté buscando que Tucumán sea la punta de lanza en la reforma educativa, así como Morales viene siendo alumno ejemplar con las políticas represivas en Jujuy. Desigualdades geográficas que sufren las poblaciones del interior, ante la cultura ombliguista que nos reina desde la metrópoli CABA/Conurbano. El gobierno nacional de Cambiemos está buscando profundizar los cambios en el modelo educativo, siguiendo las políticas educativas que pregona el Banco Mundial, como lo hace nuestro país desde hace 40 años. Una deuda que no hemos podido quebrar, ni siquiera en años donde el viento no soplaba tan en contra de los intereses populares. Aun así hemos logrado a lo largo de estas últimas décadas algunos avances en materia educativa, no por gobiernos de turno, sino gracias a la gran lucha y coherencia de la docencia argentina y por la organización de los estudiantes secundarios de nuestro país: desde la Carpa Blanca en los 90´ hasta la actual toma de 17 escuelas a manos de los centros de estudiantes secundarios, pasando por los piquetes docentes del sur, que tan caro debimos pagarlos con el asesinato del compañero Carlos Fuentealba.

Entre esos avances podemos destacar algunos ítems que son sobre los que el poder político/mediático/económico está intentando avanzar a fondo: la permanencia del estatuto docente, la fuerza del sindicalismo docente, la política y la historia como ejes conceptuales de contenidos secundarios, la laicidad y gratuidad de la escuela pública, la ESI, entre otros. Las políticas neoliberales son el eje sobre los cuales camina en su espiral de desigualdad y violencia el capitalismo, en estos pagos y en el mundo en general. Como todo espiral, el del capitalismo no puede hacer nada más que seguir profundizando sus características elitistas, de concentración y desigualdad. Y como eso genera enormes violaciones a los derechos de las grandes mayorías, solo puede ser llevado delante de dos maneras: o manipulando o violentando, aunque la mayoría de las veces es una combinación de ambas.

En la Argentina el capitalismo se ha propuesto destruir lo poco que queda en pie de la educación pública, gratuita y laica de nuestro país. Incluso se ha propuesto desarticular culturalmente todo lo disruptivo que pueda llegar a colarse en el sistema educativo (que en su génesis en más bien conservador y funcional al sistema) ya sea en las escuelas públicas como en las privadas. Y para lograr todo esto se ha propuesto varias cosas: seguir deslegitimando la tarea docente en los medios de comunicación, avanzar de la mano de la burocracia sindical docente en todas las reformas posibles sobre el estatuto y los derechos laborales que hemos conquistado, introducir a las empresas privadas y las ONG’s en las aulas de las escuelas públicas, redefinir objetivos, contenidos y filosofías político/pedagógicas sin consultar a docentes y alumnos/as, ya que su interés es poner la educación al servicio del mercado, sabiendo que el mercado está en manos del capital y no del pueblo.

Tratar de explicar o aportar una mirada sobre todo lo enunciado anteriormente llevaría un espacio y una complejidad que no es el objetivo de esta nota, por lo cual voy a tomar el eje de las declaraciones de Bussi y del título de la nota, para hablar sobre los contenidos. Llevamos décadas donde el aporte de miradas pedagógicas muy críticas del formato tradicional de la educación han sido mal interpretadas por sindicatos y docentes, manipuladas por los medios y la construcción social sobre sus prácticas, siendo incluso apropiadas y relanzadas por el capital para llevarlas a la defensa de sus intereses. La idea de “educación personalizada”, “docente coordinador y alumnos/as protagonistas” entre otros postulados, fueron modificados, manipulados y reutilizados para desprestigiar el rol docente, avanzar en las aulas y así generar contenidos y prácticas educativas de primera y de segunda categoría. Obviamente esto genera escuelas de primera y segunda categoría, por lo cual tenemos docentes de primera y segunda categoría y alumnos/as de primera y segunda categoría. Es decir bienvenidas más que nunca las desigualdades del mercado capitalista a las escuelas del país.

Las declaraciones del hijo del genocida no son ni mas ni menos que la síntesis política de los intereses educativos de las reformas que Cambiemos desea llevar adelante. ¿Qué deben aprender los/as pobres, clases trabajadoras, estudiantes de escuelas públicas rurales o periféricas? A insertarse en el mercado laboral como mano de obra barata, sumisa e ignorante. ¿Qué deben aprender los/as pobres, clases trabajadoras, estudiantes de escuelas públicas urbanas o privadas de zonas marginales? A insertarse en el mercado laboral como mano de obra barata, sumisa, flexibilizada, manipulable y con rudimentarios conocimientos teóricos/prácticos en tecnologías básicas para trabajar en call centers o cadenas de comidas rápidas. ¿Qué deben aprender los/as estudiantes de escuelas privadas de clase media y media alta urbana? A insertarse en el mercado laboral como mano de obra calificada, formada en innovaciones tecnológicas, emprendedorismo paradisíaco para garantizar lo paternal afirmación de “lo que tengo me lo gané sin ayuda de nadie”, o bien a administrar y gerenciar los negocios de los ricos del país. ¿Qué deben aprender los/as estudiante de escuelas privadas elitistas de las clases altas? A manejar el mercado laboral, financiero, comunicacional y político del país para tener al resto de las personas sirviendo a sus intereses. Ante este panorama se hace indispensable que no dejemos avanzar ni un centímetro más al sentido común neoliberal que nos domina culturalmente. No debemos permitir que terminen de plantar las columnas fundamentales de una educación avasallada de segunda categoría para los más pobres y de primera categoría para los más ricos, donde el mercado capitalista tendrá garantizado desde nuestra más pequeña infancia la reproducción de todas las violentas desigualdades que necesita para existir.

Se vuelve imperiosa la necesidad de transformar la educación en un ámbito de construcción colectiva, de empoderamiento de alumnos/as, docentes, directivos y familias. Donde definamos de manera colectiva, desde abajo, como pueblo y con autonomía de clase qué educación queremos, qué estructura educativa y fines pedagógicos nos vamos a dar, qué contenidos serán los que priorizaremos y qué futuro mercado laboral, social, cultural y productivo queremos construir, priorizando nuestros intereses como pueblo trabajador y no los intereses de unos pocos que viven opulentamente gracias a la explotación de una mayoría.

Señor Bussi, una chica de La Cocha necesita saber matemática para que la oligarquía terrateniente de Tucumán no la estafe, pero además necesita aprender matemática para que sea la base que le permita transformarse en científica, contadora, matemática o lo que tenga ganas de ser. Si sus amigos terratenientes del sur provincial necesitan trabajar la tierra, que vayan a pedir una pala, un arado y se arremanguen una vez en la vida.

 

Matías Gianfelice, maestro de escuela primaria y profesor de secundaria del Valle de Calamuchita

 

 

 

 

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