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No nos olvidemos de Cabezas

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“No se olviden de Cabezas” era la consigna del momento y durante muchos años se escuchó por todos lados. Pero un día, todos nos olvidamos de Cabezas, y del tema no se habló más y los culpables nunca pagaron. Las nuevas generaciones quizás nunca sintieron hablar de él ni saben quién fue. Pero lo cierto es que el crimen de Cabezas fue un atentado a la libertad de expresión; fue el intento de los sectores poderosos por acallar las voces del pueblo.

Corría la década de los 90, Carlos Menem era el presidente de la nación y Domingo Cavallo era el ministro de economía. El neoliberalismo estaba a la vanguardia y la libertad de expresión coartada por los poderosos. José Luis Cabezas era reportero gráfico de la revista Noticias y cubría todos los años la temporada en Pinamar.

“Muchos decían que Cabezas sabía mucho, pero Cabezas no sabía un carajo de nada”, dijo alguna vez su compañero y amigo Gabriel Michi, quien tuvo la dura tarea de reconocer el cuerpo de José Luis. Todas las personas que lo conocieron dicen que era un tipo simpático, que siempre hacia chistes y que vivía despreocupado. Tenía 35 años y era padre de tres niños, una de 5 meses.

El 25 de enero del año 1997, Cabezas salía de una fiesta a la que era invitado todos los años y nunca más nadie lo vio con vida. Lo cargaron en el auto que la revista le proporcionaba para moverse y se lo llevaron a General Madariaga, y de rodillas le tiraron dos balazos en la cabeza que acabaron con su vida. Luego lo metieron al auto y lo incendiaron. El crimen se le adjudicó a la banda de Los Hornos como autores materiales. ¿Pero quién estaba interesado en que Cabezas desaparezca?

Un año antes, en 1996, Cabezas tomó fotos que comprometían a un empresario argentino acusado por el gobierno de mafioso y era intensamente buscado. Las imágenes ponían al descubierto la cara del empresario al que nadie podía identificar (solo los más allegados) ya que mantenía el anonimato. El sujeto en cuestión era Alfredo Yabrán y fue el autor intelectual del hecho, quien en varias ocasiones anteriores había intentado acabar con su vida, haciéndolo pasar por un accidente.

Las amenazas, los aprietes y los atentados contra el auto en el que se movía no fue suficiente para que José Luis y Gabriel siguieran investigando y haciendo su trabajo. Hacían guardias, tomaban fotos, pero sin saber que eran espiados y perseguidos a donde iban. “Habían dado la orden de quitarnos nuestras cámaras y nosotros no sabíamos” dijo Gabriel.

Los asesinos nunca cumplieron condena y nada se hizo desde la justicia por la memoria de Cabezas. Hoy se sigue pidiendo justicia: “A 21 años de este crimen atroz y con todos sus asesinos en libertad, sus colegas y amigos seguimos ‘resistiendo’ el paso del tiempo y es por eso que invitamos a participar del acto en su memoria” convocatoria por los 21 años de su muerte y para que nadie se olvide de Cabezas.

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