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Un “gringazo” que labura a pulmón para limpiar el Cerro Pelado

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Andrés Tarillión, alias “el gringazo”, es un vecino de Villa General Belgrano que tiene una particular manera de canalizar su preocupación por el medio ambiente. Desde hace 3 años, viaja frecuentemente a la zona de Cerro Pelado, donde funciona la Central Hidroeléctrica de Río Grande, la mayor central por bombeo de Sudamérica. Lugar visitado durante todo el año por pescadores, es un espacio natural que se ve perjudicado casi constantemente por la negligencia de sus visitantes, que dejan su basura tirada.
Ante esta realidad, Andrés, que siempre había visitado ese espejo de agua, comenzó a ver con preocupación lo que acontecía allá por el 2012, iniciando algunas tareas de limpieza. Pero de manera regular, puso manos a la obra desde el 2015, yéndose con su camioneta, una pequeña embarcación y bolsas de arpillera a recorrer el lago. “Desde el 2015 aproximadamente vengo haciendo una limpieza de hormiga digamos. He limpiado todo el Cerro Pelado prácticamente, poniendo varios carteles de CUIDE LA NATURALEZA, NO ARROJE LOS RESIDUOS. Es la primera vez que creo alguien hace eso desde que visitó el Cerro Pelado. Se sacaron aproximadamente 2 toneladas y media de vidrio, más que nada, aunque hay de todo, lo que uno se pueda imaginar. Todo en bote. No se puede trasladar nada en vehículo”, cuenta Tarillión a La Ola Digital.
Con un pasado de bombero, y padre de una hija a la que pretende dejarle un mundo mejor, “el gringazo” es un ejemplo de ciudadano comprometido con las generaciones venideras, que ve con preocupación la falta de interés ambiental de muchos que no cuidan el espacio donde viven o visitan. No pide mucho, pero afirma que si alguien quiere sumarse a la causa, lo recibirá con los brazos abiertos, así no sea el compromiso físico sino aunque fuese económico, ya que el litro de combustible es una inversión, y cada vez que hace estas limpiezas recorre muchos kilómetros entre Villa General Belgrano y Cerro Pelado.
Andrés explica que se va por varios días, que duerme en carpa y se lleva algunas provisiones. Se dedica a la jardinería; no es un hombre de recursos económicos, pero asimismo hace chistes sobre lo que come en sus supervivencias. “A veces llevo unas salchichas. Y algo pesco también para comer. Tengo la suerte de que suelo dejar las cañas con carnada y cuando vuelvo de recoger la basura del lago, hay algo que ha picado”, dice entre risas.
A Tarillión no lo apoya ningún organismo gubernamental o no gubernamental; lo hace por convicción propia. Los lugareños ya lo conocen, algunos pescadores también, y no dejan de sorprenderse con la acción desinteresada que tiene. “Realmente es un trabajo muy arduo. Por lo general son campañas de tres días que he hecho solo”, comenta.
La preocupación del “gringazo” nació un día que fue a pescar y vio la gran cantidad de basura que quedaba desparramada. La realidad está siempre ante nuestros ojos, sólo que a algunos nos invita a reflexionar y actuar, mientras la gran mayoría sólo hace oídos sordos y ojos ciegos.

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