ENVIADO ESPECIAL NAZARENO RESCHINI-La banda sonó ajustada, potente y cómoda, como si La Fiesta Nacional de la Cerveza fuera una parada obligatoria en su ruta musical.
La noche de la Oktoberfest tuvo uno de sus momentos más esperados con la llegada al escenario de La Vela Puerca, que volvió a Villa General Belgrano dejando en claro por qué es una de las bandas más queridas de la región. Con el profesionalismo que caracteriza a la dupla líder, Sebastián Teysera y Sebastián Cebreiro, el recital comenzó puntual y con una puesta en escena sobria pero contundente, capaz de llenar cada rincón del predio con energía y precisión.
Desde los primeros acordes quedó claro que el show sería un repaso por los clásicos que acompañaron a distintas generaciones. La lista de canciones avanzó sin respiros: “El Viejo”, “Mi Semilla”, “Zafar”, “Para no verme más” y “Por la ciudad”, entre otros himnos que el público cantó a coro, marcando una comunión que pocas bandas logran sostener con tanta naturalidad. Cada tema fue recibido como un reencuentro emocional, reforzando el vínculo histórico entre la banda y sus seguidores.
A lo largo de la noche, el enano y cebolla demostraron una vez más su solvencia arriba del escenario, alternando momentos de intensidad con pasajes más introspectivos, siempre conectados con la multitud. La banda sonó ajustada, potente y cómoda, como si la Oktoberfest fuera una parada obligatoria en su ruta musical. Las miradas entre los músicos y los gestos hacia el público reflejaron un entendimiento que excede lo técnico: una confianza construida a lo largo de años de gira.
El cierre llegó con “José Sabía”, uno de los himnos más populares del grupo, que desató un último estallido colectivo. Con miles de voces acompañando cada verso, el final terminó por sellar la comunión entre artistas y público, dejando una sensación de celebración compartida. Fue un broche perfecto para una noche que reafirmó que La Vela Puerca es mucho más que una banda: es una experiencia emocional que se renueva en cada encuentro.
