Editorial. ¿Qué significan las Islas Malvinas, a qué nos lleva, a dónde nos deja parados? Hoy, a 40 años de la desazón, las preguntas siguen surgiendo como agua desbordada en los annales de la historia reciente.
¿Qué significan las Islas Malvinas para cada uno de nosotros, se trata solo de un botín de guerra o del orgullo nacional mancillado por una gran potencia mundial que vio en ellas un gran potencial? O podrían ser para otros un puñado de soldados argentinos yendo a un lejano lugar a defender un territorio totalmente desconocido.
Pero, para los más pesimistas las Islas Malvinas representan la desidia de un gobierno de facto que mandó a niños a recuperar un territorio, el cual nunca antes les había interesado, apelando al orgullo nacional y a las falsas promesas de victoria. La guerra de Malvinas dejó una cicatriz muy grande en el imaginario colectivo, en las almas de los combatientes y sus familias, en el orgullo nacional, en la bandera celeste y blanca que allí debería flamear.
“La derrota fue tan vergonzosa que la Junta Militar derrotada tenía no solo que cambiar a Galtieri sino también nombrar a una comisión investigadora militar de por qué se había perdido la guerra”, reza un fragmento del Página 12 en 2006 y marca a las claras lo que sucedió en ese momento con la Junta Militar, que comenzaba a hacer agua por todas partes y sirvió para corroer un sistema corrupto autodenominado «Proceso de reorganización nacional”, ¿irónico no?
Y si hablamos de titulares, no se puede dejar de mencionar uno de la época, en pleno conflicto bélico que decía «Estamos Ganando». Hasta nuestros días esas palabras siguen resonando en los interminables ecos de la historia, para llevarnos a entender que todo fue una farsa, y que los interrogantes que todos tenemos en nuestros corazones nunca tendrán respuesta, solo nudos en la garganta que nos llenan los ojos de lágrimas, aún hoy, 40 años después.