Síguenos en nuestras redes:

El Museo del Kempes: cuatro años recuperando la historia

|

Poco a poco se fue transformando en una cita obligada para los cordobeses y los visitantes de la ciudad.

No son muchos los museos que pueden exhibir un inventario de más de 200 piezas totalmente originales. Tampoco son muchos los que se dan el lujo de rotarlas permanentemente. El Museo Provincial del Deporte es una invitación al disfrute de cada uno de los objetos que están exhibidos, muchos de los cuales tienen historias tan desconocidas como fascinantes.

Desde hace cuatro años, este acogedor lugar mantiene viva la memoria del deporte de Córdoba. Porque además de objetos con una historia propia, también tiene guías que saben contarlas y que recorren no solo sus salones, sino los espacios más emblemáticos del Estadio Mario Kempes.

Cada 30 de agosto, el museo festeja su aniversario. En sus primeros cuatro años de vida, abrió sus puertas al público en general, y también a instituciones de todos los rincones del país. El “Museo del Kempes”, como lo denominan casi todos los que lo han visitado, tiene un patrimonio histórico tan variado, que lo hace apasionante y divertido de recorrer.

Asisten centros educativos, escuelas deportivas, centros de jubilados, instituciones y ONG. Con el paso del tiempo, se ganó el cariño y el prestigio de la gente, y cada vez más personas llegan a conocerlo porque “alguien lo recomendó”.

Historias en el techo

La historia se reescribe todo el tiempo, y el museo no es la excepción. Cada vez que un visitante ilustre llega al Kempes a raíz de un evento importante, o simplemente pasa por el espacio para conocerlo, se activa el “operativo firma”: un fibrón indeleble, una placa de cielorraso y una invitación: dejar su firma, una dedicatoria o un mensaje de su puño y letra.

En el techo están registradas las firmas de los deportistas más importantes del deporte provincial, nacional e internacional. Hay dedicatorias de glorias como Mario Albero Kempes, Facundo Campazzo, Juan Román Riquelme, Oscar Ruggeri, Marcelo Gallardo o Fabricio Oberto. También de Enzo Francescoli, Diego Schwartzman, “Pechito” López y muchos más. Mirar al techo también es sorprenderse.

No todas son vitrinas

En cada rincón hay un tesoro por descubrir, y detrás de cada sector del museo hay algo nuevo para ofrecer. Pero hay un espacio que está pensado exclusivamente contar historias: aquellas que narran la memoria del estadio y de gran parte del deporte local. En la sala de proyección se exhibe permanentemente material audiovisual, que rescata aquellos hitos más destacados del deporte a lo largo de los últimos 100 años.

En el resto del espacio, conviven copas, camisetas, medallas, bicicletas y hasta un auto. Hay balones, estampillas, souvenires y gran cantidad de artículos esperando al visitante para que tenga una experiencia inolvidable.

Recorrer los vestuarios y escuchar las anécdotas que los guías cuentan, también forma parte del recorrido. Pero la última parada es en la sala más grande de todas: el campo de juego, un espacio sin techo ni paredes, testigo de los eventos deportivos más importantes que han pasado por nuestra Provincia en los últimos 44 años.

Compartime en:

Deja un comentario