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Lo de Bolivia es un golpe de Estado cívico-político-policial

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OPINIÓN– Ayer la noticia de renuncia del presidente boliviano Evo Morales y también de su vicepresidente, Álvaro García Linera, conmovieron a Latinoamérica. Fue luego de presiones de las fuerzas de seguridad, la oposición y parte de la sociedad.

Lo de Bolivia parecía “Crónica de una muerte anunciada”. Las estrategias utilizadas por el imperialismo para deslegitimar a un gobierno popular como el del Estado Plurinacional de Bolivia son exactamente iguales a las que usaron en todo el continente, aunque con matices distintos. Dentro de las coincidencias era fácilmente visible la utilización de los medios de comunicación y el constante ataque de los mismos, muchas veces con mentiras inventadas (como cuando culparon a Evo de haber tenido un hijo extramatrimonial y toda la parafernalia que vino luego), socavando la imagen del mismo. Tiempo después, cuando se desmintió, los medios se “olvidaron” de darle tratamiento, dejando instalada en la sociedad la mentira. Ejemplos como este existen miles, y Bolivia no escapó a ello.

El odio y el resentimiento que se va creando siempre es capitalizado por una oposición carroñera, que suele estar conformada por empresarios que responden al Imperio del Norte, esperando ansiosos para sacar rédito político (y también económico) de situaciones como las que acaban de suceder.

Pero lo de Bolivia es más grave aún, porque se ha hecho creer a un sector de la sociedad local e internacional, que fue el pueblo quien echó a Morales. Acá no solo hubo un plan sistemático, sino el apoyo de parte de las Fuerzas de Seguridad, políticos de la oposición que fomentaron el odio, e instaron a una parte de la comunidad boliviana a salir a quemar casas de dirigentes, amenazar a familiares de los mismos, a violentar a quienes se manifestaban a favor del gobierno popular de Evo y a generar un cuadro de situación que acabó de la consumación de este golpe de Estado.

Mucho se ha dicho y mucho se dirá. Y de hecho se pueden discutir una infinidad de puntos:

-Si Evo ganó en primera vuelta o hubo fraude.

-Si se violó la constitución nacional al presentarse por su cuarto mandato.

-Si se pedía a gritos un recambio de liderazgo.

Absolutamente todo debate es válido y contribuye a mejorar los errores que muchas veces tienen los gobiernos populares. Pero hay un solo eje que no puede quedar en discusión; y es el hecho de que hubo un golpe de Estado, y que a un gobierno electo democráticamente como el de Evo Morales no le permitieron terminar con su mandato como corresponde, a base de violencia.

Y he aquí el ejemplo del estallido social vivido en Argentina en 2001 y lo que se vive actualmente en Chile que muchos utilizarán para rebatir este posicionamiento: la realidad que atraviesa Bolivia no se acerca ni en un 10 por ciento a lo que vivían los argentinos en ese momento, ni la realidad que atraviesan los chilenos actualmente, luego de décadas de medidas neoliberales que no han hecho más que destruir la calidad de vida y acotar cada vez más los derechos.

Parte de la comunidad internacional llora el destino de un país que históricamente ha sido golpeado, y que había tomado un rumbo más equitativo desde la asunción de un indígena venido desde abajo, que puso el Estado a disposición de los más vulnerables.

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