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“Nosotrxs, la Juventud” – Desafíos y limitaciones (parte 2)

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COLUMNA- ¿Por qué identificarse como garantía del presente y no como promesa del futuro? Muchas respuestas se ensayan a esta pregunta y en cierta manera tienen que ver con la ruptura de paradigmas planteados anteriormente luego de firmarse la Convención por los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Ser parte de una afirmación que separa la edad biológica de una construcción cultural sobre la edad de “los jóvenes” y se habla de “menores con capacidades”.

A partir de diferenciar la edad cronológica y discutir nuevamente la madurez y el desarrollo, el acento vuelve a ponerse en las posibilidades y las capacidades de los jóvenes que esta vez tienen reconocida por el Estado: su autonomía de manera progresiva. Eso sostiene a las infancias y a las juventudes, como etapas diferenciadas de la vida pero no como etapas de preparación previas a la adultez.

Fue y es una decisión política ser el presente de una sociedad: se es joven en el presente y no mañana. Pero “presentarse” es afirmarse como jóvenes sobre este paradigma, donde no somos la previa ni el after. Para esto es interesante pensar el fenómeno surgido alrededor de Ofelia Fernández, hoy candidata a legisladora por CABA. Una joven de 19 años que se muestra como la representante de la juventud y desde esa identidad, exigió por redes sociales tener un lugar en las listas a elecciones nacionales. Y lo más interesante de todo, que acabó teniéndolo.

Sobre este fenómeno surgen preguntas ¿cómo inciden hoy las redes sociales en la discusión electoral? ¿Cuáles son los roles de las juventudes en las discusiones electorales? ¿Hay discusiones políticas sobre la discusión electoral? ¿Cómo funcionan las dirigencias juveniles? Y ¿qué dirigencias juveniles? Estas son algunas y tienen diferentes respuestas, pero creo que todas sirven a las inquietudes generales que abordamos aquí con un horizonte común: reflexionar sobre el sujeto político de las juventudes, sus trayectorias y desafíos en los diversos escenarios de nuestro país.

Ofelia, que tuvo su mayor visibilidad pública a través de la cobertura que hicieron los medios masivos de comunicación en el marco del debate de la Ley de IVE en el año 2018, comenzó a presentarse en diversos espacios públicos como “la voz de la juventud”, una representante de un sector (vulnerado) que faltaba en escena, que estaba tras el telón, y que para ella son “les jóvenes”. Resulta atractiva su afirmación identitaria y sirve para volver sobre nuestra pregunta inicial sumándole otro interrogante: ¿la juventud es un sector? ¿Puede ser representado por alguien?

Mi primera respuesta tiene que ver con una posición política y con cómo según mi formación y trayectoria concibo a “les jóvenes”, como sujeto político y no como un sector homogéneo con demandas únicas y específicas a priori. Aún así si lo pensamos como un sector con una demanda en sí, esta afirmación es fuerte y nos vuelve a la base de la discusión de la democracia moderna: quiénes son políticos, quiénes nos representan y por qué nos representan.

Encantadora si vemos luego la foto de O.F firmando su lugar en la lista, festejando en Instagram la victoria de una lucha, un derecho conquistado. ¿Qué pasó? Ofelia con un tweet pudo generar una crisis de representatividad derivando en la vacancia de una “banca joven” y, como ella “es joven” sabe lo que en “esencia” quieren “les jóvenes” y puede representarles. Bueno no, es más complejo y amerita mayor análisis, además de abrir el interrogante sobre qué lugares tienen las juventudes en la política institucional, en la elaboración de políticas públicas y la relación entre ellas con los espacios electorales y los escaños en disputa.

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