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“Nosotrxs, la Juventud” – Desafíos y limitaciones

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Especial Día Nacional de la Juventud- El pasado lunes 16 de septiembre se cumplieron 43 años de lo que llamamos “La Noche de los Lápices”  que fue ni más ni menos que el secuestro y la desaparición forzada de estudiantes secundarios de La Plata, organizados en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) que reclamaban, entre otras cosas, por un Boleto Estudiantil que les permitiera el acceso gratuito al transporte para asistir a clases.

Tenemos muchos jóvenes entre 14 y 19 años que siendo estudiantes secundarios fueron secuestrados, torturados y asesinados durante la última dictadura militar. De los jóvenes secuestrados en la noche del 16, seis de ellos aún permanecen desaparecidos. En 2006 por decreto presidencial, se declaró el 16 de septiembre como el “Día Nacional de la Juventud” y desde ese entonces este día permite la visualización y la reflexión sobre las implicancias sociales y políticas que han tenido y tienen en nuestro país, los jóvenes organizados.

Retomando los debates que dejamos de la columna anterior, si pensamos la acción política de la juventud como emancipadora y revolucionaria porque se construye políticamente desde la demanda por más y nuevos derechos, resulta pertinente traer a discusión los debates sobre la juventud que se dieron durante las primeras décadas del siglo XX en nuestro país.

Existen dos tensiones contrapuestas o que parecen contradictorias a la hora de hablar sobre esta idea asociada a revolución y que surge de la pregunta: ¿La Juventud es vanguardia o masa? ¿Es la masa que acompaña al líder capaz de liberar a los oprimidos? O ¿La Juventud es la pequeña vanguardia libertadora? Entonces ¿Jóvenes son algunos o jóvenes somos todos?

Esta discusión parece inaugurarse en la Argentina del “Hombre Mediocre” de José Ingenieros, momentos donde comienza a tomar forma la juventud yrigoyenista, las primeras juventudes de los incipientes partidos políticos y la de la reforma universitaria del 18.  A modo ilustrativo y anecdótico cuenta Arturo Jauretche en un reportaje del año 1971, sobre su participación en una reunión de la Confederación de Estudiantes Secundarios, la Federación Universitaria y el propio Presidente Yrigoyen por unas huelgas en varios Colegios Nacionales en el año 1917, esto nos da la pauta de que existía en nuestro país un movimiento estudiantil organizado bastante antes del proceso que vio su efervescencia en el 18.

Con gran influencia del catolicismo, los discursos sobre la juventud en nuestro país tienen ciertas continuidades hasta la irrupción de la juventud peronista, con ciertas rupturas luego del golpe de 1955 y la posterior proscripción del peronismo, que van de abstractos reclamos por mayor libertad a reclamos concretos por políticas públicas que redistribuyan la riqueza y defiendan los derechos conquistados para la clase obrera.

La identificación política como juventud en la Argentina, sirvió para disputar muchos sentidos tanto en los ámbitos educativos, religiosos, como hacia adentro de los partidos políticos. Y casi siempre se planteó como el elemento “renovador” de la política, de la “esperanza” y la “promesa de un futuro mejor”. Pero como mencionábamos en la primera columna, luego del 2001 el discurso de la juventud que disputa, se articula como elemento renovador a la vez que ya no es una promesa de futuro mejor sino garantía de un presente más estable y duradero.

Fue una decisión política para las juventudes ser el presente y no el futuro de la Argentina.

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